¿Perezoso? ¿Pusilánime? Lo cierto es, que el Presidente del Gobierno no da la cara, ante la población ni los medios de comunicación, en ocasiones en que debería hacerlo.
Tras el fracaso de las municipales y autonómicas, no salió ni a saludar. Especialmente, cuando el descalabro en Madrid o Valencia eran directamente atribuibles a sus decisiones y a sus candidatos. Tras el anunco de ETA de final de tregua y tras una declaración institucional demasiado ambigua, corrió a sus amigos de PRISA, para dedicar más tiempo a atacar al PP que a ETA, en un casi monólogo que molestó incluso a Gabilondo. Tras la entrevista en la Moncloa, Rajoy no tuvo problema en dar una rueda de prensa, su interlocutor se escudó en Teresa Fernández de la Vega para no estar él, lo cual es, por lo menos, raro. Estamos todavía esperando que explique al país, algo más que sus intenciones de “ser implacable”: sus planes para que ETA no vuelva a las instituciones, no cobre de nuestros impuestos o sean detenidos sus dirigentes públicos.
La ilegalización de ANV (o al menos su estudio por la Fiscalía), sería la prueba del nueve para ver cuales son las verdaderas intenciones de un gobierno que , como dice Savater, dice una cosa y hace la contraria llámandola de otra manera.
Quizás es que Zapatero no da la cara, porque no da la talla.
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